El hombre de unos cuarenta años, miraba atentamente la escena, una casa
quemada por una explosión. No había testigos del hecho, pero si se pudo oír el
estruendo a varios cientos de metros. No hay rastros, huellas ni capsulas de
balas. El que lo hizo, lo planifico bien. Este caso era un desafío para el.
Luego de veinticinco años en la fuerza era el mas famoso en el ambiente. No se
escapaba nada a su intuición ni a la capacidad de encontrar detalles que para
los más avezados investigadores pasaban por alto. La única evidencia que pudo
obtener era el perro. Muerto por dos balas en la cabeza. De raza indefinida,
casi callejero. Contaba con la esperanza de poder recuperar las balas en buen
estado para compararlas con las de otros casos a ver si encontraba indicios de
algún vínculo.
Los cadáveres carbonizados no dejaban dudas, que no podría sacar ningún tipo
de información forense.
Cavilando esto se encontraba cuando un policía se acerca para decirle que ya
levantaron todos los datos de la escena. Solo debía esperar los resultados de
la autopsia del can. Aún se podía ver la planimetría empleada por los peritos
forenses cuando algo brillante en un rincón del portón de entrada le llamó la
atención.
Era un botón, con un emblema, algo que había visto y no podía recordar que
significaba. Lo guardo con mucho cuidado en una bolsa y la etiqueto. Mientras
manejaba hasta la morgue para esperar el resultado de las autopsias recuerda,
que significa el emblema, era un compás y una escuadra, el símbolo masón.
02/08/09
Gabriel
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