Habían pasado muchos años desde su iniciación, muchos trabajos y tareas realizó, en todos predominaba su eficiencia. No tenía reparos en llevar a cabo su plan y si alguien se interponía, solamente desaparecía. Lo bueno de vivir cerca del bosque era la cantidad de lugares que tenía en donde esconder cuerpos, nunca jamás serían encontrados. De eso estaba seguro, cientos de veces había hecho pozos que servirían de tumba para los blancos abatidos que debían desaparecer. A veces salía a caminar, observando nuevos lugares, siempre listo.
Recordaba una vez a una mujer que le costo matarla. Dos balas al corazón y seguía moviéndose. Otra bala en la cabeza y seguía igual, ya le causaba gracia la resistencia a morir que tenía, así que tuvo que ensuciarse un poco las manos, sacó su cuchillo afilado como un bisturí y procedió suavemente a degollarla. Mientras la enterraba la miraba con admiración, otros se habían entregado rápidamente, pidiendo clemencia, ofreciendo dinero, gritando y chillando como animales. Pero esta mujer no grito ni pidió por su vida. Solo aguantó los disparos y resistió a lo inevitable. Aún recordaba las palabras que le dijo la mujer cuando iban caminando hacia el bosque, quería contratar sus servicios luego de muerta, tenía dinero escondido y le diría en donde estaba si el aceptaba tomar el trabajo y matar al hombre que lo contrato para matarla a ella.
Dando las ultimas paladas sobre la fosa y tapando el lugar con ramas secas y hojas de los árboles cercanos, pensaba esto que le había dicho la mujer. Un trabajo es un trabajo.
El hombre al entrar en su casa busca la llave para encender la luz, como esta no enciende se acerca al escritorio para buscar la lámpara. Al prenderla una silueta se recorta en la penumbra apoyado en la ventana, mirando hacia fuera, las luces de la calle. Un temblor se asoma a sus labios, intenta hablar pero su garganta esta tan seca que no salen los sonidos.
No se preocupe, el trabajo esta hecho dice la figura acercándose a el. Mientras se prepara un trago el hombre se pregunta que hace el asesino ahí, se le pagó por anticipado, le daba mucho miedo encontrarlo ahí mismo y no se imagina como averiguó en donde vivía.
Una mujer fuerte su esposa escucha decir a sus espaldas, al darse vuelta el sudor comenzó a correr por su cuello en una catarata. Una mujer por demás interesante, nunca conocí una mujer con tanta sangre fría, es más, me ofreció un trabajo antes de morir. Cuando intentó darse vuelta y salir corriendo de la habitación el asesino lo tomó por detrás y con una soga procedió a ahorcarlo hasta que se desvaneció. Mientras arregla la escena como un suicidio, sigue pensando en la mujer y en el dinero escondido que estaba en una caja de zapatos, diez mil. Observaba atentamente al viudo balancearse mientras pateaba intentando zafar del nudo, confirmando que no había ningún descuido en su tarea, procede a retirarse cerrando por fuera la cerradura. Ese fue otro día productivo en el trabajo.
Gabriel
06/08/09
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