Durante una semana completa se estuvo preparando para el trabajo, era lo peor que le habían encomendado, ni siquiera le molestó cuando le disparo dos veces a la hija menor del senador mientras esta lo miraba a los ojos fijamente, pero ahora era diferente, había algo más. Pasaron muchos años desde la última vez que lo vio, quizá sea el mismo final que tendría el dentro de unos años, todo es posible y siempre debería cuidarse. No dejar nada a la imaginación, fríamente calculado, así le fue enseñado. Su instructor era un hombre fornido que con una mirada podía transmitir miedo, terror puro y sin sentido. Pero el le había tomado mucho cariño y respeto, siempre dándole consejos, luego de su primer trabajo, el prendedor, tributo a su aprendizaje, nunca se lo quito. Siempre le decía que sería su sucesor, jamás había entrenado a un alumno como el, en realidad solo lime las asperezas, ya eras asesino antes de conocerme, solo que no lo sabías.
Tomo su pistola calibre 22 con su silenciador y bajándose del auto camina por el sendero de piedras hasta la casa. La cabaña era mediana, con una sola ventana pequeña, por seguridad preferían no servir de blanco a los francotiradores. Luego de forzar la puerta sin problemas se quito la balaclava, no sería necesario taparse el rostro aquí. En el living sentado en un sillón se encontraba un hombre de unos setenta años, tomando café y fumando un cigarrillo en su regazo una pistola Glock 17 calibre nueve milímetros, la mejor que se podía conseguir. Evidentemente lo esperaba. Más de veinte años habían pasado desde su primer trabajo y esa fue la última vez que se vieron. Su instructor parecía muy tranquilo a pesar de sospechar su visita. Señalando una silla que había puesto delante de el lo invita a sentarse, apuntándolo el asesino sonríe, no se le escapa nada al hombre que lo entrenó. Supuse que vendrías hoy cuando te vi rondar cerca le dice señalando un monitor que mostraba la entrada de la casa y el bosque. Mucho tiempo pasó y muchos secretos guardo, parece que llego el momento de mi jubilación forzosa. Dando una última pitada a su cigarrillo se acomoda en el sillón y solo dice, estoy listo.
Luego de acomodar el cuerpo en su cama, mira atentamente una carpeta que estaba apoya en el monitor de la computadora, algo que había dejado para que el lo viera. Al abrirla encuentra muchas fotos, de la casa del senador, se veían los policías cercando el lugar y una foto en particular llamo su atención. Un hombre agachado buscando en el suelo y en su mano se veía un prendedor. Su prendedor. Siempre cuidándolo, siempre guiándolo su instructor. Mientras prendía fuego al interior de la vivienda solo pensaba, debo recuperarlo pronto.
Gabriel
24/08/09
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