domingo, 29 de agosto de 2010

UN TRATO...19º CAPITULO

La pistola apoyada en su cabeza estaba a punto de ser disparada, cuando sintió el temblor casi imperceptible del dedo sobre el gatillo, hizo un giro de la mano en menos de un segundo tomando la corredera de la pistola y torciéndole la muñeca hacia el pecho del dueño, el cual ante la sorpresa del golpe no pudo evitar una sonrisa mientras miraba como la pistola pasaba de su mano a la del asesino.
-No creí que eras tan bueno –dice en tono burlón el hombre que ahora era apuntado con su propia arma.
-Lo soy -le contesta sin emoción el asesino.
-Vine a ofrecerte un trato, del cual no te quedarán dudas que saldrás ganando, pero primero tenía que comprobar que eras el indicado.
Luego de leer el informe que le dio el cliente, piensa un momento, de realizar este trabajo debería desaparecer por un buen tiempo y ya era hora de unas vacaciones, aunque siempre decía lo mismo y nunca descansaba de la muerte o la muerte no descansaba por culpa de el.
-La próxima vez, la pistola debería estar cargada –le dice el asesino.
-Ja ja ja, es verdad, no quise arriesgarme demasiado -aclara el hombre- mientras ponía las balas en el cargador.
-Solamente quiero que esto sea definitivo, que no quede nadie con vida, es mi deseo, así como murió mi hija, yo también quiero que ellos mueran, toda la familia completa, no vale la pena que gente como esa siga respirando nuestro aire, que contaminen a nuestros hijos, para eso te pagaré muy buen dinero. ¿Un millón es suficiente? –Le pregunta nerviosamente- mientras pone el seguro al arma y la guarda en la cintura.
El asesino mira por un instante las nubes que pasaban por encima y se perdían en la montaña nevada, recuerda otra época, una niña hermosa en sus brazos riendo, su hija. Como si fueran diapositivas que pasan a alta velocidad, también recuerda las imágenes de ver a su niña, a la luz de sus ojos, su chiquita en un féretro y todo el dolor de ver su bello rostro y creer que estaba dormida.
Saliendo de sus pensamientos con un suspiro, mira al hombre ante el, que con una mirada de suplica esperaba pacientemente su respuesta.
Lo haré gratis –dice el asesino- y con una sonrisa enciende un cigarrillo mientras se va caminando.
Semanas después está observando atentamente una casa, aunque es de noche lleva su valaclava en el bolsillo.


Gabriel
23/10/09

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