domingo, 29 de agosto de 2010

UN SUEÑO...30º CAPITULO

Sentado en una plaza veía los chicos jugar en el arenero, con sus baldes y palas armaban pseudos castillos de arena en donde alguna princesa esperaría ser rescatada por un príncipe valiente. Esa fantasía de los niños, la misma que el había empezado a vivir tiempo atrás. La dureza había vuelto a su rostro, ya no esbozaba las sonrisas que compartía con Laura. Sentía aún una pequeña culpa por haber desconfiado de ella y encontrar en su computadora todos los detalles del contrato para asesinarlo, pensando que todo había sido un engaño. Con el libro del Gran Maestre en las manos tomaba un helado de frutilla, algo que había aprendido a disfrutar en sus cortas vacaciones. Pillo a sus pies jugaba con su hueso de goma, solamente paraba de mordisquearlo para mirar a los niños en el parque y a su nuevo amo, al cual no dejaba ni a sol ni a sombra. Los acontecimientos de los últimos días lo dejaron con gusto amargo en la boca, ni siquiera la muerte de su mentor pudo saciar el hambre de venganza. Pero tenía planeado más actividades para los días siguientes, iría a visitar viejos compañeros, para no tener que ser visitado por ellos en el futuro. Termina su helado y se va con el perro caminando por el parque hacia una arboleda. Debajo de un árbol se veía una familia disfrutando de un picnic sentados en la sombra fresca. El Gran Consejero comía un sándwich cuando ve al asesino, su primer mirada fue a su mujer e hija que al ver su cara de miedo giran para mirar al hombre parado ante ellas. Su pistola relucía con el sol del atardecer, un halo rojizo parecía rodear al hombre, quizá fuera su furia lo que se traslucía en él. Luego de un momento de silencio y terror en las caras de los tres, solo se escucharon los disparos amortiguados por el silenciador y los fogonazos se perdieron con la luz del atardecer. Satisfecho por su trabajo llama a su perro y jugando con el hueso los dos, se marcha sin mirar atrás soñando con su amor.

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