Cansado ya de esconderse, miraba pensativo el atardecer sentado en una roca, Pillo olfateaba tristemente media hamburguesa, estaba tan lleno que no se podía mover y movía la cola mirando a su amo, como rogando una dieta urgente.
Semanas pasaron escondidos en una casa que tenía para el caso que alguien le pisara los talones. Armado hasta los dientes estaba, en todos los lugares a mano había una pistola revolver, hasta una escopeta descansaba debajo de su cama. Pillo era un excelente guardián y ante cualquier ruido gruñía despertando a su dueño que inmediatamente amartillaba su Mágnum 44 esperando una intrusión en la vivienda.
Y así pasaron los días viviendo escondidos, cansado de la situación quiso fumarse un cigarrillo fuera de la casa mirando el ocaso, como tantas veces lo había hecho con Laura. Al pensar en ella era inevitable que un suspiro de amor y odio se le escapara. De amor porque nadie le demostró como ella que era capaz de amar y sentir por alguien. Su odio ya se dirigía en muchas direcciones, hacia ella por engañarlo y decirle quien era y que hacía…y por morir y dejarlo solo una vez más en la vida. Era su oportunidad de cambiar de vida definitivamente, no así de expiar sus culpas. No poseía remordimientos, los trabajos que hacía los estudiaba muy bien, a quien debería asesinar o torturar para conseguir información. Siempre eran personas que estaban entre la corrupción y la delincuencia empresarial, no se perdía nada y nadie los extrañaría, y muchas injusticias fueron pagadas gracias a su mano. El sentimiento de alivio que tenía al pensar que le hacía un favor a la sociedad era lo que le permitía dormir de noche sin sueños que opacaran su despertar.
En sus pensamientos estaba cuando se dio cuenta que Pillo gruñía y miraba sin moverse en dirección a la casa. En un solo movimiento puso el silenciador a su pistola y saco la Glock que llevaba en la cintura como apoyo. Lentamente se asomo por detrás de la roca en la que estaba parapetado y vio tres hombres que con armas largas se acercaban a la casa, estaban tan cerca que podía ver las señas que se hacían entre ellos, el primero dio la vuelta a la casa y los otros dos se pusieron a cada lado de la puerta con las ametralladoras MP5 en las manos listas para destrozar todo. Una sonrisa se pinta en su cara cuando patean la puerta y entran disparando vaciando sus cargadores en cinco segundos, la táctica de la fuerza bruta. Estando a diez metros de la casa, el asesino saca de su bolsillo un detonador inalámbrico y apuntando a la puerta rota aprieta el botón. Al instante se escucha la detonación que no era C4 un explosivo plástico muy fácil de conseguir, lo que puso fue una carga llamada Flashbang usada por el GEOP y SWAT, que aturde y deja ciego durante unos veinte segundo a cualquiera que se encuentre a tres metros de distancia, eso era lo que el quería. Necesitaba información, siempre la necesitaba.
Al entrar en la casa apuntando con sus dos pistolas, los tres hombres ciegos y sordos no podían recargar sus armas debido al aturdimiento, en esos momentos no podían ni siquiera pensar claramente por las tres Flashbangs que estallaron al mismo tiempo.
Un tiro en cada pierna de los tres hombres terminó con sus intentos patéticos de usar sus ametralladoras. Luego de atarlos bien y dejarlos en el suelo, saca su cuchillo de comando bien afilado y con una sonrisa procede a sacar información.
Los ojos del asesino brillaban de placer, esta era su venganza. Y Laura en su mente, siempre Laura.
Gabriel
26/03/10
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