domingo, 29 de agosto de 2010

TORTURA...21º CAPITULO

Se dio cuenta que algo andaba mal inmediatamente, con tantos años de seguimientos adquirió una visión mucho mas amplia de las actitudes de las personas en las calles. Un hombre lo observaba desde varias cuadras, cuando salió del bar en donde habitualmente tomaba algo para despejarse del encierro, noto algo raro, como si alguien lo mirara. La desconfianza hizo que pagara y viera a su alrededor para grabarse cada rostro que había allí. En la esquina se tomo su tiempo para fumarse un cigarrillo como si decidiera en donde seguir la noche, lo que en realidad hacía era mirar en los ventanales de los negocios de enfrente, el reflejo de ellos le mostraría quien saldría de ahí en su búsqueda. La figura que lo seguía le resulto conocida, no la persona en sí, pero si la forma de caminar y seguirlo, era lo que el mismo hacía al vigilar a los blancos. Esto le da la pauta que se encontraba ante un hombre que ejercía la misma profesión que el. Fue caminando perezosamente por las calles mientras se iba adentrando en una zona conocida por el, en donde se sentía más seguro y podría idear un plan de escape o de enfrentamiento. Luego de pensarlo un momento se da cuenta que es mejor terminar con las vueltas de una vez. En una esquina sabiendo que al doblar se encontraría con una cuadra obscura hace su movimiento. El hombre se queda un instante en la esquina hasta que avanza al encontrar un cigarrillo fumado por la mitad en la vereda, se acerca con recelo y mira a su alrededor buscándolo, al no encontrarlo comienza a retroceder mientras mete su mano en el saco, en ese mismo instante un golpe en la nuca los desmaya solamente. El asesino tenía en mente otra cosa para el… más tarde.
Al despertarse con un dolor atroz en la cabeza, el hombre desnudo y atado en una silla con las manos por detrás se da cuenta de su destino al ver al asesino mirándolo atentamente mientras afilaba ceremoniosamente un cuchillo de filetear carne. Al probar su filo en un jabón y al terminar partido al medio sin ningún esfuerzo le dice al hombre mirándolo –te mataré-, así simplemente lo dijo, sin dureza, pero sin ninguna duda que eso era lo que tenía en mente.
Al ser torturado la camisa de a poco se fue llenando de sangre y lágrimas, de dolor y culpa, porque ese hombre tranquilamente podría matar a su familia si quisiera, solo por venganza, por haberse atrevido a seguirlo. Mientras pensaba esto, su orina corría suavemente por el piso formando un charco junto con la sangre. Al darse cuenta del miedo más que del dolor que sentía el hombre, el asesino hizo uso de su arma más letal que tenía o podía conseguir todas las confesiones, absolutamente todo de la persona más fuerte, su familia.
-Si me mientes me daré cuenta y tu sufrimiento se extenderá hacia tus hijos, padres y esposa, está en ti elegir que me dirás, verdad o mentira, si lo que me contestas es de mi agrado te mataré de forma rápida, si es lo contrario, esta misma noche verás como descuartizo a tus hijos. Y los dedos que te corte a ti se duplicaran a los de ellos. La expresión de frialdad y sin emoción de la voz, daba cuenta que esto sería así.
-Te diré todo, pero primero quiero que…antes que pueda terminar la frase, el cuchillo ya había cortado el ligamento del talón y los gritos del torturado eran más fuertes que hacía tres horas atrás.
-Las preguntas y las ordenes las hago yo, en este momento tu vida está en mis manos, si aún no te he matado es porque necesito la información.
-Esta bien, lo siento, esta bien –repite aterrado- pero necesito que me jures que no tocarás a mi familia.
-Habla –le grita amenazando con cortar el otro talón.
-El detective te sigue muy de cerca y es cuestión de tiempo que te encuentre, nadie se escapa ni puede esconderse por mucho tiempo, tarde o temprano te encontrará.
El asesino se ríe profundamente, era una risa aterradora, siniestra.
-Esa frase la digo siempre y es verdad, tarde o temprano.
-El Gran Maestre me envió a silenciarte, un suicidio tendría que parecer, yo lo haría parecer un robo, sabía que era casi imposible acercarse tanto a ti y no ser descubierto –dice entre jadeos y sollozos.
-¿Cómo quieres tu muerte? –pregunta seriamente mientras limpia su cuchillo.
-Rápido por favor –contesta y en su mirada la súplica.
-Hecho –le dice sonriendo.
Cuando el Gran Maestre abre el sobre dirigido a él, saca una cadenita que tenía colgando una medalla, con el símbolo masón grabado en ella y manchada de sangre. Una nota decía "el destino es una certeza de la que todos huyen y fallan en el intento". El estupor se transformó en miedo, un miedo nunca antes sentido por el. Todavía seguía tragando este nuevo sentimiento de pavor, cuando su mayordomo le comunica que un detective que salió varias veces en las noticias, lo estaba esperando en la biblioteca. Se levanta tembloroso de su cómodo sillón y buscando la entereza que con los años de ser un hombre poderoso fue adquiriendo, va al encuentro de su destino.



Gabriel
02/11/09

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