El investigador sale de la joyería donde dejo el prendedor para averiguar quien lo había hecho, mientras caminaba por la vereda sumido en sus pensamientos un hombre le pide fuego para su cigarrillo, aunque había dejado de fumar hacia años, le había quedado la costumbre de llevar siempre un encendedor, el hombre le agradece y se aleja dejando una estela de humo que le recuerda con añoranza la época de fumador. En una esquina, el asesino fumaba tranquilamente mientras veía como se alejaba el detective luego de haberle encendido el cigarrillo.
Decide con mucha pena conseguir algo de fumar, una pitada aunque sea. El caso era muy difícil y la proximidad del asesino le quitaba el sueño. Había algo que se le estaba escapando, no sabía que era, pero lo presentía. Un cigarrillo lo ayudaría a pensar. Mientras compraba en un kiosco, sus pensamientos iban y venían. Sospechaba que el miedo del asesino a ser descubierto era por algo, alguna pista que dejo sin querer y el aún no podía verla. Al prender su cigarrillo y aspirar profundamente recuerda algo que vio, algo sin importancia en la loma. Cigarrillos fumados por alguien.
Gabriel
24/08/09
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